La palabra “discípulo” proviene de “disciplina”. Las Escrituras nos recuerdan que Dios disciplina a naciones enteras (Salmo 94:10), además de disciplinar a los hijos que ama (Hebreos 12: 6).
Dios es un Dios de amor y disciplina. Me disciplina para condicionarme para una vida de bendición y utilidad. Se deleita en el orden, el altruismo y la bondad sacrificada. ¡Incluso su ley tiene bendiciones integradas para aquellos que le obedecen! Como a menudo me recuerda Jesús, los que son bendecidos deben tener dominio propio, templanza, fidelidad, confiabilidad y otras formas de disciplina (Lucas 12:43).
La disciplina de Dios me entrena y trae justicia
Es verdad que ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; mas después da fruto apacible de justicia á los que en él son ejercitados.
La disciplina conduce a la paz y la alegría
Corrige á tu hijo, y te dará descanso, Y dará deleite á tu alma.
La disciplina y el conocimiento van de la mano
EL que ama la corrección ama la sabiduría: Mas el que aborrece la reprensión, es ignorante.
Dios me disciplina como un padre corrige a un hijo
Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre á su hijo, así Jehová tu Dios te castiga. Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndolo.
La disciplina no es provocativa; es nutriente
Y vosotros, padres, no provoquéis á ira á vuestros hijos; sino fhhijos; sino fh amonestación del Señor.
La disciplina de Dios me bendice y me enseña
Bienaventurado el hombre á quien tú, JAH, castigares, Y en tu ley lo instruyeres.
La disciplina de Dios ilustra su amor por mí
Y estáis ya olvidados de la exhortación que como con hijos habla con vosotros, diciendo: Hijo mío, no menosprecies el castigo del Señor, Ni desmayes cuando eres de él reprendido. Porque el Señor al que ama castiga, Y azota á cualquiera que recibe por hijo. Si sufrís el castigo, Dios se os presenta como á hijos; porque ¿qué hijo es aquel á quien el padre no castiga? Mas si estáis fuera del castigo, del cual todos han sido hechos participantes, luego sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos por castigadores á los padres de nuestra carne, y los reverenciábamos, ¿por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
La disciplina promueve la esperanza y la vida
Castiga á tu hijo en tanto que hay esperanza; Mas no se excite tu alma para destruirlo.
No cuestiones la disciplina de Dios
No deseches, hijo mío, el castigo de Jehová; Ni te fatigues de su corrección: Porque al que ama castiga, Como el padre al hijo á quien quiere.
La autodisciplina es un regalo de Dios
Porque no nos ha dado Dios el espíritu de temor, sino el de fortaleza, y de amor, y de templanza. Por tanto no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo; antes sé participante de los trabajos del evangelio según la virtud de Dios.
La autodisciplina es evidencia de que el espíritu de Dios obra en mí
Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, Mansedumbre, templanza: contra tales cosas no hay ley.
La disciplina proviene de la gracia de Dios
Porque la gracia de Dios que trae salvación á todos los hombres, se manifestó. Enseñándonos que, renunciando á la impiedad y á los deseos mundanos, vivamos en este siglo templada, y justa, y píamente.
La disciplina conduce a una vida mejor para mí y para quienes me acompañan
Camino á la vida es guardar la corrección: Mas el que deja la reprensión, yerra.
La falta de disciplina conduce a la destrucción
Como ciudad derribada y sin muro, Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.