Cuando mis hijos estaban creciendo, sabían dos cosas: eran amados incondicionalmente y la desobediencia resultaba en disciplina.

Estoy feliz de decir que hubo muy pocas veces que rompieron las reglas. Si les preguntaras por qué no lo hicieron, dirían que fue porque temían las consecuencias.

El miedo que sintieron podría haber sido un miedo multifacético: las consecuencias por romper las reglas, el respeto por la autoridad de los padres, los beneficios por sus elecciones correctas.

Mis hijos también sabían que su obediencia sincera recibiría la bendición de sus padres juntocon más privilegios, mayor confianza y un fortalecimiento de la relación amorosa que tanto valoraban.

Asimismo, nuestro temor del Señor está arraigado en las consecuencias del pecado (Romanos 6:23), el respeto por la santa autoridad de nuestro Padre Celestial (1 Samuel 12:24) y los beneficios de tomar las decisiones correctas (Lucas 11:28). Encontrar un gran deleite en la ley de Dios trae consigo las bendiciones de los privilegios, la confianza y una fuerte relación amorosa que valoramos más que cualquier otra cosa (Salmo 112:1-3).

¡Alabado sea el Señor! Deléitate mucho en Sus mandamientos que nos dicen cómo Dios quiere que vivamos lo mejor de nuestra vida.