Harriet Tubman ha sido llamada la Moisés americana.

Durante años, la pasión de Tubman por la justicia la llevó a regresar una y otra vez al territorio de la esclavitud. Valientemente, condujo a cientos de afroamericanos esclavizados a la libertad.

Su pasión le dio valor.

Noé tenía una pasión por obedecer a Dios. Su pasión lo ayudó a soportar décadas de trabajo en un arca gigante. Protegió su corazón contra los comentarios humillantes de los vecinos impíos.

La pasión del joven David lo llevó a enfrentarse al gigante filisteo que se burlaba de su Dios. La pasión permitió a David pelear valientemente con nada más que su honda y su fe.

Moisés inicialmente tuvo miedo cuando Dios lo llamó. Pero a medida que conoció al gran Dios de sus antepasados, su confianza se convirtió en audacia. Dios le dio la pasión de sacar al pueblo judío de la esclavitud. Moisés confrontó audazmente a Faraón, una y otra vez.

El apóstol Pablo tenía una pasión por la justicia. Una vez que conoció a Jesús, su pasión lo envió a nadar valientemente desde barcos naufragados, desafiando las mordeduras de serpientes venenosas, cantando en prisiones deprimentes y escribiendo cartas de aliento, todo hasta su final.

Ya sea que estés llamado a rescatar, construir, luchar o simplemente hablarles a otros acerca de Jesús, Dios puede encender una pasión en ti que te dará el coraje para seguir a donde Él te guíe.