por Darla Noble
Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que por nosotros ha sido entre vosotros predicado, por mí y Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él. Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por nosotros á gloria de Dios.
La palabra “amén” significa “que así sea” o “que sea como se ha dicho”.
Cuando terminamos nuestras oraciones con la palabra “amén”, estamos prometiendo, comprometernos a hacer las cosas que hemos dicho que haremos. “Amén” confirma nuestro deseo de que Dios obre en la vida de aquellos por quienes oramos.
Jesús también nos hizo promesas.
Él prometió nunca dejarnos afrontar las cosas solos. Él prometió que nos amaría para siempre. Él prometió que su muerte sería el pago por nuestros pecados. Él prometió volver para llevar al cielo a aquellos que han sido fieles y obedientes. Él prometió que aquellos que lo nieguen y lo rechacen sufrirán la separación eterna de Dios.
Jesús es el Guardián de todas las promesas. Ha cumplido cada una de las que hizo, excepto la que concierne a su regreso. No ha sucedido todavía, pero sucederá. Podemos contar con ello porque Jesús es un hombre de palabra. Cuando Él dice, “amén”, lo dice en serio.
¿Y qué contigo? ¿Es tu “amén” uno con el que Jesús puede contar?
La muerte, sepultura y resurrección de Jesús es la promesa suprema de Dios para nosotros. ¿Cómo dejaré que Él cumpla esa promesa en mi vida?
Querido Jesús, gracias por ser fiel a tus promesas. Como me recuerda el versículo de hoy: tú eres el Dios del “sí”. Por favor, ayúdame a vivir de acuerdo con mi “amén”. Anhelo que tu gloria brille a través de mí. En tu precioso nombre oro, Amén.