Cuando yo era pequeño, una señora vino a nuestra casa para invitarnos a mi hermano y a mí a asistir a la iglesia con ella.

Pronto se convirtió en mi mentora espiritual y me ayudó a continuar con mi nueva vida cristiana. No fue fácil para ninguno de los dos. Mi tío amenazó con hacerle daño físico si continuaba llevándonos a la iglesia.

Sin embargo, no permitió que las amenazas de mi tío la detuvieran. Ella puso su seguridad en juego por nuestro bienestar espiritual. Sabía que si dejaba que mi tío la intimidara, las posibilidades de que encontráramos la salvación eran casi nulas.

Gracias a su sacrificio y apoyo, sé lo que es tener una relación personal con Jesús. La aprecio mucho, porque sin ella, no tengo ninguna duda de que todavía estaría perdido. Aunque falleció hace muchos años, todavía la considero mi madre espiritual y estoy feliz de decir que estoy tratando de ser para los demás lo que ella fue para mí.

La mejor manera de ser como Jesús es cuidar y discipular a otros como lo hizo Jesús. Puede comenzar simplemente mostrando bondad y compasión a alguien que lo necesite. Luego pídele a Jesús que te guíe a alguien que necesite oración y enseñanza de la verdad de Dios.