Martín Lutero estaba atormentado de culpa por sus pecados.

Intentó varias cosas diferentes para aliviar su carga, incluido convertirse en monje y tratar de vivir una vida de perfecta piedad, pero nada funcionó.

Durante años vivió temiendo el juicio de Dios. La hipocresía y la inmoralidad que vio en los líderes de la Iglesia lo desanimaron. Se agotó estudiando, buscando respuestas. Quería descansar.

Uno de sus mentores espirituales le sugirió que se centrara únicamente en la vida de Cristo y dedicara sus energías a contemplar el sacrificio de Jesús en la cruz. Esto finalmente llevó a Lutero a la paz duradera que buscaba.

Cuando puso sus cargas al pie de la cruz, entregándoselas a Jesús, finalmente fue libre.

Hoy, más de 500 años después, la paz duradera de Lutero puede ser suya. Sólo necesitas arrojar toda tu carga de pecado al pie de la cruz.

Cuando lo hagas, Jesús te sostendrá. Él nunca permitirá que te conmuevan.

Sea abierto y honesto con Jesús. Él te escuchará atentamente y te brindará una solución a tus problemas, aliviará tu dolor y te dará una paz duradera.