Como parte de una familia de granjeros, todos los niños tenían tareas que hacer.

Una de esas tareas era ayudar a quitar la maleza del jardín, la menos favoritas de mi hija. ¡Creo que ella hubiera preferido comer tierra en lugar de arrancarla! A menudo trataba de salir de la situación tomándose mucho más tiempo del necesario para terminar. Pensaba que si tardaba demasiado, me impacientaría y lo haría por ella.

Funcionó un par de veces. Pero una vez que descubrí lo que estaba haciendo, decidí enseñarle una lección importante sobre cómo hacer siempre lo mejor posible. Le diría: “Parece que te gusta pasar mucho tiempo en el jardín, así que voy a dejarte quitar las mala hierba mientras yo hago… ”.

¡Funcionó!

A partir de entonces, se fue al trabajo llena de energía y determinación. Incluso tuvimos concursos para ver qué espacios se verían mejor. Y hoy, su jardín siempre se ve bien cuidado y libre de maleza.

No importa si se trata de sacar la maleza, escribir un libro, pintar las paredes de la sala, crear un negocio o trabajar para hacer realidad cualquiera de nuestros sueños, cualquier cosa que creamos que vale la pena, también vale nuestro mejor esfuerzo.