El rugido de un león puede ser un sonido intimidante… si no eres un león.

Pero para aquellos que hablan esta lengua felina salvaje, los rugidos de los leones son sólo una conversación. “¿Dónde estás? Estoy por aquí. ¡Oye, mira ahí, mira esa gacela!”

A veces se hace referencia a Jesús como el León de Judá (Apocalipsis 5:5). El versículo de hoy pinta un retrato de nuestro Señor rugiendo en el Juicio Final. Ese rugido llega a todos los países del mundo. Llama a todo ser humano ante Él — a todos sus hijos y a todos los que no son suyos, los que nunca lo siguieron, los que nunca hablaron su lenguaje de amor. Para ellos, su voz es un sonido aterrador y estremecedor. Pero para los hijos de Israel, para su tribu, para su propia familia, la voz de Jesús es un consuelo.

El León de Judá es nuestro Salvador Jesucristo.

¡Oro para que tú y yo podamos presentarnos ante Él en su Segunda Venida, sin temor porque somos suyos!