Brillando Como el Diamante Esperanza

por Heather Tietz

Proverbios 3:21-22

Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; Guarda la ley y el consejo; Y serán vida á tu alma, Y gracia á tu cuello.

Durante 400 años, el Diamante Esperanza, una joya azul de 45 quilates, ha viajado por el mundo.

Ha honrado a la realeza y a los plebeyos por igual. Hoy reposa en el Smithsonian, asegurado por 250 millones de dólares. Una vez fue solo una de las muchas cosas hermosas que poseía el rey Luis XIV.

A pesar de todas las cosas bellas con las que el rey Luis XIV adornó su vida, no se le recuerda ni por su discreción ni por su gracia. Las guerras que libró, el palacio que construyó, las joyas que usó, las fiestas que organizó, fueron a costa de su reino.

Su pueblo sufrió por su falta de discreción y sabiduría. Los tacones altos y las coronas no hicieron que el rey Luis XIV fuera más elegante. Él lo sabía. En su lecho de muerte, aconsejó a su hijo que no siguiera su mal ejemplo.

La belleza no tiene por qué costar.

La visión que genera amistades muy unidas y matrimonios duraderos es gratuita.

Jesús no era atractivo en apariencia, la Biblia nos dice en Isaías 52:2, pero las multitudes se sintieron atraídas a escuchar sus palabras. Los niños querían estar cerca de Él. Los doce discípulos dieron años de sus vidas para seguirlo. ¿Por qué? Jesús tenía un corazón hermoso.

Los que caminan con Jesús son sin duda hermosos. Nuestra belleza no proviene de la ropa, el cabello o las joyas. Viene de nuestro carácter como el de Jesús. No necesitamos diamantes para brillar.


Reflexión

¿Cómo hago para mantener la sana sabiduría y la discreción en mi vida?


Plegaria

Querido Dios, gracias por tus dones de sabiduría, belleza y gracia. Que nunca los tome por sentado. En el nombre de Jesús oro, Amén.