por Pastor Ken
Y viéndolo Jesús, se enojó, y les dijo: Dejad los niños venir, y no se lo estorbéis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.
Los discípulos trataron de evitar que unos pequeños niños interrumpieran y “molestaran” a Jesús un día mientras enseñaba a una multitud de personas.
Pero Jesús los detuvo. En las palabras del versículo de hoy, Él les dijo que todos deberíamos estar ansiosos y dispuestos por venir a Él y responderle con el mismo tipo de fe y confianza genuinas que los niños. Entonces Jesús hizo algo muy especial para los niños que lo rodeaban: los bendijo.
El corazón de Jesús está deseoso de bendecirnos a nosotros, sus hijos.
Pero Él también quiere que tengamos el deseo de transmitir esas bendiciones a los demás. Él sabía que incluso el más mínimo acto de bondad o una simple palabra de aliento pueden marcar una gran diferencia en la vida de alguien.
No es necesario tener mucho dinero o riqueza material para ser una bendición para alguien. Todo lo que tienes que hacer es ayudar, compartir lo que tienes con los demás y siempre asegurarte de que tus palabras fortalezcan a otros en lugar de abatirlos.
Sé el milagro que alguien necesita hoy. Sé quien lleve a los hijos de Dios a Jesús, en lugar de alejarlos de Él.
¿Cómo puedo imitar el amor de Dios ayudando a alguien hoy?
Querido Dios, gracias por llamarme tu hijo. Me has dado el poder de animar, de ayudar y de inspirar. Por favor, ayúdame a ser una luz que brille intensamente para ti, guiando hacia ti a más de tus hijos. En el nombre de Jesús oro, Amén.