por Sam
Bendito sea el Dios y Padre del Señor Jesucristo, el Padre de misericordias, y el Dios de toda consolación, El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar á los que están en cualquiera angustia, con la consolación con que nosotros somos consolados de Dios.
¿Alguna vez has perdido a alguien realmente importante para ti?
Tal vez un buen amigo o un miembro de la familia murió. Pudo haber sido una desgracia repentina, accidental o prolongada. Las pérdidas nos ayudan a darnos cuenta de cuánto valoramos a los demás, mientras contemplamos la fragilidad de esta vida.
Dios perdió algo precioso para Él.
Perdió la raza humana. Cuando Adán y Eva pecaron, la justicia de Dios exigió que la humanidad muriera allí mismo. Sin embargo, vio a los miles de millones de personas que vendrían después. Dios no pudo soportar perderte a ti ya mí más de lo que pudo soportar perder a Adán y a Eva. Así que se arriesgó a perder a su Hijo para siempre, solo para no perdernos a nosotros eternamente.
Perder a un ser querido es doloroso.
Dios conoce el dolor de la pérdida porque Él nos perdió. Él conoce la lucha y las emociones que vienen con la pérdida. Dios quiere consolarnos con la promesa de que si creemos en Jesús y lo aceptamos, un día viviremos con Dios en un mundo sin más tristeza, llanto o dolor. Ese es el consuelo de Dios: que este mundo no es el fin, y que el cielo nos espera.
Usa este conocimiento para consolar a otros que están sufriendo y llévalos contigo al cielo.
¿Quiénes son algunas personas que me han consolado? ¿Quiénes son algunas personas a las que puedo consolar?
Amado Señor, gracias por amarme tanto que no pudiste soportar perderme. Por favor, ayúdame a consolarme en tus promesas y a consolar a otros. En el nombre de Jesús oro, Amén.