por Ami Hendrickson
Empero por la gracia de Dios soy lo que soy: y su gracia no ha sido en vano para conmigo; antes he trabajado más que todos ellos: pero no yo, sino la gracia de Dios que fué conmigo.
El capitán Kurt-Siegfried Schrader fue un oficial muy condecorado de las SS (“escuadras de protección”) alemanas que sirvió en la élite de las Waffen SS en la Segunda Guerra Mundial.
Pero Schrader se opuso a los horrores del régimen nacionalista de los nazis.
Herido durante el Sitio de Leningrado y la Batalla de Normandía, Schrader pasó un tiempo en un hospital austriaco cerca de la ciudad de Itter. Allí, su amigo, el infame Capitán Wimmer, supervisaba una cárcel de políticos franceses prisioneros de guerra, incluidos ex primeros ministros, ex comandantes de las fuerzas armadas y estrellas del deporte. Schrader pasó tanto tiempo en la prisión que se hizo amigo de muchos de los prisioneros.
Cuando la muerte de Hitler señaló el inminente final de la guerra, Wimmer abandonó su puesto. Sabiendo que las tropas de las Waffen SS tenían órdenes de matarlos, los prisioneros enviaron un mensaje pidiendo ayuda a Schrader.
¡Así es como un oficial de las SS alemanas terminó siendo un aliado poco probable del Capitán “Jack” Lee de los EE. UU., miembros de la Infantería 142 de los EE. UU. y tropas alemanas aliadas bajo el mando del Mayor Josef Gangl se unieron para derrotar a las Waffen SS en Itter!
Sin duda, el apóstol Pablo, quien escribió el versículo de hoy, habría sentido cierta afinidad con Schrader. Pablo supo darse cuenta de que estaba luchando por la causa equivocada, pero por la gracia de Dios, también arriesgó su vida para defender a aquellos a los que una vez había perseguido.
¿Cuándo fue la última vez que admití que estaba equivocado acerca de un hijo de Dios? ¿Cómo hago para aliarme con aquellos a quienes he ofendido?
Bendito Señor, gracias por el regalo de la gracia que cubre todas mis faltas. Por favor, quédate a mi lado mientras trabajo para ti. En el nombre de Jesús oro, Amén.