por Pastor Ken y Joyverse
Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fuerte mío, en él confiaré; Escudo mío, y el cuerno de mi salud, mi refugio.
Roca. Fortaleza. Libertador. Refugio. Torre. Salvación.
En una sola oración, el salmista presenta una imagen verbal de Dios que repetidamente lo pinta en los términos terrenales más fuertes.
Dios es el lugar para acudir cuando el enemigo ataca.
Él es nuestra roca, el fundamento de nuestro mundo. Inquebrantable. Inmutable.
Él nos libra del peligro. Proporciona un lugar seguro que está fortificado contra los ataques enemigos. En Él encontramos seguridad, respiro, descanso y salvación.
Vivimos en un mundo que cambia constantemente, pero adoramos a un Dios que nunca cambia.
Eso significa que podemos sentirnos consolados sabiendo que Jesús es la roca que no se puede mover: “Yo soy el Señor, no cambio” (Malaquías 3:6 NKJV).
Cuando enfrentes tiempos complicados, situaciones difíciles, trato injusto o relaciones rotas, recuerda que algunas cosas nunca cambian, como el amor que sientes en tu corazón y el amor de Dios por ti.
Así que no te preocupes por los desafíos inevitables de la vida. En cambio, enfoca tus energías en Jesús. Él es inmutable aún en medio del cambio. Él es Jesucristo — el mismo ayer, hoy y por los siglos (Hebreos 13:8).
¿Qué puedo hacer cuando me enfrento a tiempos complicados y situaciones difíciles? ¿Cómo puedo hacer de Jesús mi roca?
Querido Jesús, por favor continúa trabajando en mi vida. Muéstrame el camino hacia el contentamiento y la paz en Ti, sin importar lo que suceda a mi alrededor. Ayúdame a recordar que Tú eres mi roca, mi fortaleza y mi salvación. Gracias por salvarme. En Tu nombre oro, Amén.