Pedro llama a la Biblia la leche para adultos.

En el maravilloso mundo de los mamíferos, la leche materna está especialmente formulada para que esa especie en particular críe de manera óptima a sus crías.

Por ejemplo, la leche de vaca tiene cuatro veces más calcio que la leche humana. Esto se debe a que los terneros necesitan crecer exponencialmente más rápido que los bebés humanos. La proporción de fósforo y magnesio con respecto al calcio en la leche de vaca dificulta que los humanos absorban el calcio que contiene, lo que puede provocar problemas como artritis y arterosclerosis.

Al igual que la leche materna, la Biblia es auténtica, especialmente formulada para el crecimiento espiritual de la humanidad.

Ningún otro libro puede ofrecer lo que ella ofrece: palabras vivas y vivificantes repletas de nutrición espiritual. La Palabra de Dios ofrece curación para enfermedades espirituales como la tristeza, la preocupación, la desesperación, el desaliento y la soledad. Hace huir al enemigo. Promueve el desarrollo del valor, el propósito, la alegría y la paz. Cambia las perspectivas. Calma la ira. Nos ayuda a encontrar a Dios.

Los sermones de los pastores, los comentarios bíblicos, los devocionales y los cantos de adoración son excelentes maneras de ingerir la Biblia, pero también necesitamos porciones puras e inalteradas: Escritura cruda, libre de aditivos y opiniones, que le permita a Dios hablarnos directamente.

Así que, ingiere una porción de la Biblia en tu día. Y mira cómo te hace crecer.