Goliat, el gigantesco guerrero campeón filisteo, caminó hacia un pastorcillo llamado David.

Con su escudero delante de él, Goliat maldijo a David con los nombres de sus dioses.

David respondió valientemente: “Tú vienes con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor, el Dios de Israel”.

David lanzó una piedra con su honda y golpeó a Goliat en la frente. Goliat tropezó y cayó boca abajo en el suelo. David, a través del nombre de Dios, había derrotado al gigante que se levantó contra Israel y contra Dios (1 Samuel 17:32-58).

¿Se enfrenta a una situación similar a la de Goliat: una debilidad, una crisis financiera, una adicción, un colapso relacional u otra lucha?

Algunas luchas son evidentes: el mundo exterior los ve como gigantes intimidantes. A veces, nuestros esfuerzos pueden no ser evidentes para nadie más que para Dios. No importa a qué adversarios nos enfrentemos, tenemos la victoria en Jesús para vencerlos.

Ahora es el momento en que puedes confiar plenamente en Dios y llevarle todas las preocupaciones. Él está listo para ayudarte si lo dejas pelear por ti.