por Pastor Ken
Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
El versículo de hoy es una promesa que hizo Jesús — una promesa a la que puedes aferrarte.
Es una promesa a la que yo me he aferrado desde que tenía diez años. La he visto cumplirse en muchas formas milagrosas y no tan milagrosas también. Esta promesa ha resultado en bendiciones propias, aunque también me ha permitido ver a otras personas experimentar las bendiciones de Dios en sus vidas.
Esta promesa pone todo el poder ilimitado de Dios a disposición de la humanidad. No es algo con lo que se deba jugar o tomar a la ligera.
Esto garantiza que cuando estés en problemas y clames a Dios, Él te escuchará. Hazle conocer tus peticiones. Él escucha atentamente cada palabra que sale de tu corazón y de tus labios. Cuando estás acostado, sentado, caminando, de pie o agobiado de temor… Dios está escuchando.
Pero Dios no solo escucha. Dios contesta cada oración. Cuando oras, recibes aquello por lo que sinceramente oraste, conforme a las promesas bíblicas.
Tus oraciones pueden ser inaudibles para cualquier persona, pero no pueden quedar en el silencio, ni perderse en el ajetreo de la vida. Nada puede acallar tu voz ante el Padre celestial.
¿Qué quiero ser? ¿Qué quiero tener? ¿Qué quiero lograr? Entregaré mis sueños y metas a Dios con plena confianza de que Él me ayudará más allá de mi imaginación.
Querido Dios, gracias por siempre escuchar y responder mis oraciones. Ayúdame a orar con fe y con un corazón sincero para ser como tú. “Yo creo; ayuda mi incredulidad” (Marcos 9:24). En el nombre de Jesús oro, Amén.