El hospital llamó: mi prima estaba en estado crítico y necesitaban que un familiar estuviera presente para hablar con los médicos sobre su estado.

Llegué lo más rápido que pude. Las siguientes ocho horas fueron largas y tensas. Lamentablemente, mi dulce prima nunca recuperó la conciencia. Pero ella murió en paz y no sola.

Las enfermeras que la cuidaron durante todo el día no paraban de preguntarme si estaba bien y si necesitaba algo. “No, estoy bien”, respondía siempre.

Cuando la enfermera entró para confirmar que Karen había muerto, dijo: “No voy a preguntarte si estás bien. Pero voy a preguntarte cómo es que has podido manejar el día como lo has venido haciendo”.

Mi respuesta: “Todo está en las manos de Dios y en el tiempo de Dios. Sé que pase lo que pase, Él tiene todo bajo control, así que me dejo llevar”.

“Guau”, dijo la enfermera. “Realmente nunca lo había oído decir así. Esa es, con mucho, la mejor definición de un cristiano que he escuchado”.

Estoy lejos de ser perfecta, eso sí, pero siempre hago todo lo posible para ser como Daniel y sus amigos. Quiero levantarme en este mundo por Jesús, porque sé que, pase lo que pase, Él nunca me abandonará.