por Heather Tietz
Y sobre todas estas cosas vestíos de caridad, la cual es el vínculo de la perfección.
Cuando una de mis hijas era muy pequeña discutimos sobre el exceso de velocidad en la autopista.
Su hermano mayor explicó: “Mami no quiere que la policía le ponga un ticket o multa”.
Mi pequeña niña, que solo había encontrado películas o parques de entretenimiento al otro lado de los “tickets”, no podía entender cómo un “ticket” podía ser un castigo o multa. Evitar multas, vivir con miedo al castigo, no es una buena forma de vivir.
Se anima a los cristianos a amar a Dios y a su prójimo. Jesús dijo: “Amarás al Señor tu Dios… Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 12:30-31).
Amamos mientras decidimos dónde aparcar nuestro coche. Amamos al ser considerados con los demás en la forma en que conducimos. Amamos en nuestra paciencia. Amamos al ser considerados. Amamos porque Él nos amo primero. Nuestra aceptación de todo eso nos hace “conducir con cuidado”, no por miedo, sino por amor.
Vivir en amor nos ayuda a evitar esos malas multas. Si Dios quiere, solo habrá circunstancias agradables al otro lado de cualquier “ticket” que obtengamos.
Pero si hay una ocasión en la que nos hemos ganado una reprimenda, tal como lo han hecho el rey David, Abraham, Moisés y muchos de nuestros antepasados, nos disculparemos, pagaremos y nos esforzaremos por caminar (o conducir) en amor una vez más.
¿Por qué he merecido una multa o “ticket” celestial últimamente? ¿Cómo intervino el amor?
Querido Dios, ayúdame a seguirte siempre. Ayúdame a caminar por la fe y a vivir en el amor. En el nombre de Jesús oro, Amén.