por Heather Tietz
Para que buscasen á Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen; aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros:
Fue en mi primera semana de universidad que realmente busqué a Dios.
Era nuevo y desconocido en un campus gigante y liberal. Mi familia se dirigía a su hogar a 3200 kilómetros de distancia. Por primera vez en mi vida, no tenía que rendir cuentas.
Me di cuenta de que podía decidir seguir a Jesús como me habían enseñado en mi infancia, o no. En mi dormitorio, elegí darle a Dios la oportunidad de guiar mi nueva libertad. Se lo dije y luego comencé a hacerlo.
Empecé mis mañanas con Él. Encontré un estudio bíblico. Visité iglesias. Independientemente de quién estuviera alrededor, oraba en las comidas. Empecé a encontrar a Dios allanando mi camino. Empecé a encontrar a quienes buscaban a Dios por todo mi camino.
Alcanzar, luchar, buscar requiere esfuerzo. Comienza con palabras, tal vez, pero luego involucra ojos, pies, manos y corazón. Al igual que la búsqueda de un trabajo, un nuevo hogar, la sobriedad, la buena salud, un cónyuge o una carrera universitaria, alcanzar conlleva dar pasos grandes.
Jesús buscó a su Padre durante 40 días de ayuno en el desierto. Continuó buscándolo cada vez que se escabullía para orar. La Biblia dice: “¡Pruébame! ¡Búscame! ¡Pregúntame!” o como dice Mateo 7:7, “Buscad y hallaréis. Tocad y la puerta se abrirá”.
¡Acércate a Dios y sin duda Él se acercará a ti!
¿Cómo he buscado a Dios últimamente?
Dios todopoderoso, sé que siempre estás conmigo. Ayuda a mi corazón que busca a encontrarte. En el nombre de Jesús oro, Amén.