por Heather Tietz
Porque no me avergüenzo del evangelio: porque es potencia de Dios para salud á todo aquel que cree; al Judío primeramente y también al Griego.
Donde vivo, predominan los coyotes.
Cada año, algún afamado coyote aparece en el periódico por su descarado intento de robar la mascota de alguien o levantar a un niño pequeño.
Una tarde, mis hijos y yo estábamos en el parque infantil. Había sido un día abrasador y al ponerse el sol, las familias andaban por todas partes. Los coyotes también andaban fuera.
De reojo, vi a dos de ellos salir disparados de entre los arbustos y atravesar rápidamente el perímetro del parque. Sin dudarlo, grité: “¡Padres, estén alerta! ¡Coyotes en el otro extremo del parque!” Miré a mi despistado público y, para mayor vergüenza de mis hijos, volví a gritar.
Cuando hay pasión, convicción y noticias importantes que compartir, mi miedo a hablar en público se disipa, la vergüenza huye y, para bien o para mal, las palabras salen.
La existencia de Dios, la muerte de Jesús y su resurrección son siempre buenas noticias. Lo es la esperanza que nos saca de los momentos difíciles. Lo es el poder sobre los malos hábitos. Lo es el valor cuando nos sentimos impotentes. Lo es la paz en la tribulación. Lo es el gozo en medio de la tristeza.
La gente necesita consuelo. Dios quiere que nos preocupe lo suficiente como para decirles.
El amor de Dios por las personas es un tesoro, como lo es la puerta abierta que tenemos hacia Él gracias a Jesús. Tenemos grandes noticias para compartir.
¿De qué situación problemática me ha rescatado Dios últimamente? ¿A quién puedo animar contándole mi historia?
Querido Dios, Gracias por las Buenas Nuevas de Jesús. Que nunca me avergüence de ti ni de Cristo. Tú eres todo para mi. En el nombre de Jesús oro, Amén.