por Heather Tietz
Porque aun un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Ahora el justo vivirá por fe; Mas si se retirare, no agradará á mi alma.
Irena Sendler amaba a los niños.
Pasó años de su vida sacándolos de contrabando del gueto de Varsovia, un campo de internamiento no oficial establecido por los nazis en Polonia.
La pena por ayudar a los judíos en ese momento era punible con la muerte, pero Irena buscó valientemente encontrar refugios seguros para miles de bebés y niños pequeños de todos modos. Ella mantuvo una lista secreta de en qué convento, orfanato u otras instalaciones de caridad estaba cada niño, para que algún día pudieran reunirse con sus familias.
Sin embargo, tres años después de la misión de Irena, los nazis descubrieron lo que estaba haciendo. Detenida y golpeada brutalmente, fue condenada a muerte. Pero ella nunca retrocedió. Ella nunca traicionó los detalles de su misión. Ella nunca reveló los nombres de los niños.
Gracias a Irena, miles se salvaron y miles se mantuvieron a salvo. En su camino para estar frente a su pelotón de fusilamiento, Dios envió rescatistas.
¿Irena se escondió entonces? ¡No! Bajo un nuevo nombre, continuó valientemente con su labor humanitaria.
Cuando algo realmente importa, como el bienestar de los preciosos hijos de Dios, cuando se valora verdaderamente a alguien, se olvida el miedo. Esas cosas, esas personas en las que nuestros corazones están derramados, nos mantenemos firmes para defender. No retrocedemos en nuestra pasión.
Dios quiere ser nuestra pasión. El gran amor no retrocede.
¿Alguna vez he experimentado miedo al hacer lo correcto? ¿De qué manera estoy poniendo mi fe en acción?
Querido Dios, ayuda a que mi amor por Ti sea genuino, audaz. Ayúdame a levantarme en amor por lo que es correcto. En el nombre de Jesús oro, Amén.