por Darla Noble
Jehová es mi fortaleza y mi escudo: En él esperó mi corazón, y fuí ayudado; Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi canción le alabaré.
Cuando leo el versículo de hoy, inmediatamente comienzo a pensar en diferentes cantos que me fascinan, todos ellos de gratitud a Dios.
Pienso en cantos como “Gracias, Señor”, “Dad gracias a nuestro Dios”, y “Cuán grande es Él”. Podría seguir y seguir.
Quizás uno de los cantos de alabanza más conocidos sea la Doxología.
A Dios, el Padre celestial.
Al Hijo nuestro Redentor.
Al eternal Consolador.
Unidos todos alabad.
Creo que he cantado ese canto un millón de veces, pero la noche en la que mi querido amigo nos pidió que lo cantáramos con él… bueno, ese momento fue más significativo que cualquier otro.
Verás, era la primera vez que mi amigo se daba “una escapadita” desde que un extraño accidente lo dejó tetrapléjico en cuestión de segundos. Y aquí estaba ahora, cantando “Alabado sea Dios de quien fluyen todas las bendiciones…”
Incluso cuando parece que no tenemos mucho por qué estar agradecidos, podemos alabar a Dios por sus ricas y maravillosas bendiciones porque ¡glorificado sea Dios! — siempre tenemos a Jesús y su don de amor por nosotros en la cruz.
¿Qué puedo hacer hoy para expresar mi agradecimiento a Dios? ¿Cómo puedo hacer de mi vida una diaria expresión de gratitud a Dios?
Gracias Señor, gracias. Sólo tú eres mi fuerza y mi escudo. Gracias por la vida, por tu presencia, sabiduría, bendiciones y amor. Estoy muy agradecido por tu protección. Eres digno de toda gloria y alabanza. En el nombre de Jesús oro, Amén.