por John Michalak
Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios; El cual también nos ha sellado, y dado la prenda del Espíritu en nuestros corazones.
La palabra “testamento” en el Antiguo y Nuevo Testamento no se usó para las Escrituras hasta unos cientos de años después de Cristo. La referencia a lo Antiguo y lo Nuevo se usó anteriormente, pero la palabra que se usó por primera vez con ellos fue “pacto”.
¿Qué es un pacto?
Es un acuerdo vinculante entre dos partes. Es una promesa mutua. Por ejemplo, un contrato comercial o votos matrimoniales.
Un pacto se sella con algún tipo de garantía o fianza. Cuando uno pide dinero prestado, normalmente ofrece un pago inicial para demostrar su buena fe para devolverlo. Cuando te casas, usas un anillo como señal de que tu vínculo romántico es verdadero. Cuando, como cristianos, nos unimos en un pacto con Dios, la sangre de Cristo se derramó como garantía de nuestra aprobación.
Por causa del sacrificio de Cristo, no tenemos que preguntarnos acerca de la integridad de nuestra relación con el Todopoderoso. Ni siquiera tenemos que ofrecer un pago inicial.
La presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas es nuestra seguridad de que podemos confiar en que las promesas de Dios para nosotros nunca fallarán.
De esta manera, el testamento de Dios es también la promesa de Dios.
¿Podría mi falta de fidelidad para cumplir mis propias promesas en ocasiones afectar cuán fiel creo que Dios podría ser en cumplir las suyas? ¿Cómo puedo decidir tener mayor confianza en la integridad de mi Padre celestial, creyendo que lo que Él dice, lo cumplirá?
Querido Señor, sé que cuando haces una promesa, nunca la rompes. Ayúdame, para que yo pueda decir lo mismo. Por favor lléname con tu Espíritu. Séllame para tu reino. Hazme parte de tu plan inefable. Te amo. En el nombre de Jesús oro, Amén.