Jesús Nuestro Pastor

por Heather Tietz

Salmos 100:3

Reconoced que Jehová él es Dios: El nos hizo, y no nosotros á nosotros mismos. Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.

El registro bíblico registra que el pastoreo de ovejas es tan antiguo como la primera familia.

Abel, el hijo de Adán y Eva, cuidaba los rebaños. Desde entonces, todos los antepasados desde Abraham hasta David cuidaron ovejas.

Las ovejas eran tan valiosas. Eran comida, ropa, bebida y una parte vital del sacrificio en el templo. Pero a diferencia de otros animales domésticos, también eran olvidadizos y propensos a deambular. Las que carecían de cuernos estaban indefensas contra los depredadores hambrientos. Por lo tanto, se les daba vigilancia constante. Los pastores las cuidaban día y noche, todo el año.

Jesús se llama a sí mismo nuestro Pastor.

Él sabe que nosotros también tendemos a deambular por territorios inseguros y también tendemos a olvidar que Él está allí. Nos confundimos sobre qué camino tomar. Nos atrae la hierba más verde, sin ver los peligros que siempre están a la vuelta de la esquina. Entonces tropezamos en las zanjas de la vida y nos olvidamos de pedir primero a nuestro Pastor que nos ayude.

Sin embargo, Dios debe ver un gran valor en nosotros. Han pasado miles de años y Él aún nos busca, aún nos levanta, aún escucha nuestras oraciones, aún envía guerreros angelicales en nuestra defensa, aún provee para nuestras necesidades. El Dios de toda la creación desea pasar tiempo cuidándonos, a nosotros siendo tan insignificantes, que tenemos tan poco que ofrecerle. ¡Cuán bendecidos somos de estar en su rebaño!


Reflexión

¿De qué manera soy como oveja? ¿Cómo me ha pastoreado Dios?


Plegaria

Gracias, Jesús, por tu gran paciencia conmigo. Nada se compara con tu bondad y amor. En tu nombre oro, Amén.