por Heather Tietz y Joyverse
Tu mujer será como parra que lleva fruto á los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivas alrededor de tu mesa.
Tal vez las plantas de olivo no sean la primera imagen que nos viene a la mente cuando pensamos en los niños.
El kudzu, el cactus o tal vez algún tipo de árbol de la jungla pueden parecer más adecuados, pero consideremos el olivo.
Hace años, los olivos abundaban en Tierra Santa. Estos árboles voluminosos y de crecimiento lento proporcionaron belleza y sombra.
La madera de sus troncos y ramas era, y aún son, muy apreciadas para la fabricación de muebles y para tallar de todo, desde cuencos y palanganas hasta utensilios de cocina.
Los árboles daban frutos deliciosos, algunos de los cuales eran consumidos. El resto se prensaba y se convertía en valioso aceite. El aceite de olivo se usaba para iluminar habitaciones, para cocinar, para humectar e incluso para ungir reyes.
Los olivos vivían vidas productivas, dando frutos incluso a los mil años de edad. Sí, ¡algunos llegan a vivir mil años!
Ahora entendemos mejor las imágenes que el salmista estaba describiendo. ¡Oh, cómo no querer eso también!
Cuando se trata de la juventud, existen por lejos, peores cosas para compararlas con un árbol de olivo. Así que hoy podemos clamar por la siguiente bendición. Podemos suplicarla para nuestras familias, nuestras iglesias y nuestras comunidades: “¡Dios, por favor, haz que los niños sean como olivos para ti!”
¿Qué niños están más cercanos a mi corazón? ¿Qué bendición podría pedir para el futuro de ellos?
Querido Señor, por favor ayúdame a ser una influencia virtuosa en los niños con los que entro en contacto. Déjalos crecer como plantas de olivo, útiles y saludables, viviendo vidas largas y productivas. ¡Que todos podamos usar nuestros dones y talentos para hacer crecer tu reino! En el nombre de Jesús oro, Amén.