por Heather Tietz
Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos á Jesús mora en vosotros, el que levantó á Cristo Jesús de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
¿Cuál es la única cosa en la tierra que no se puede contener en una caja o botella? Puede ser creada en un instante y así mismo, ser extinguida por completo.
Es el fuego.
¿Hay algo en la tierra como el fuego? Suaviza las verduras y endurece la masa. Mata las bacterias. Nos calienta. Enciende velas y dispara cohetes.
El Espíritu de Dios, como el fuego, no puede ser contenido. Sin embargo, como el fuego, puede albergarse en lugares grandes y pequeños por igual. Dios está en el cielo y, aún así, puede infiltrarse en los seres humanos.
Puede habitar en calma (considera a Jesús ante Pilato), puede abrir bocas para hablar (como Moisés ante Faraón), y puede llenar los corazones de valor (como el humilde Gedeón preparándose para la guerra).
Pablo nos dice que el mismo Espíritu que hizo el milagro más poderoso de todos, resucitar a Jesús de entre los muertos, está disponible para nosotros. El Espíritu que trajo movimiento a los miembros muertos puede hacer lo mismo por nosotros.
Esas incapacidades que tenemos, esos déficits nuestros, esos muros que nos encarcelan, esas partes sin vida y sin amor nuestras — nuestros matrimonios, nuestra crianza de los hijos, nuestra salud mental, nuestra toma de decisiones — pueden mejorarse.
Dios puede soplar nueva vida en nosotros. Su Espíritu puede cambiarnos.
Si Él puede conquistar el desafío más grande de todos, la muerte, ciertamente Él puede forjar una mejor vida en nuestros cuerpos vivos.
¿En qué parte de mi vida deseo que Dios insufle nueva vida? Hablaré con Él al respecto.
Querido Señor, por favor enciende un fuego sagrado dentro de mí. Cámbiame con tu Espíritu y úsame para cambiar el mundo para ti. En el santo nombre de Jesús oro, Amén.