Cuando leo el versículo de hoy, pienso en personas como Ginnie, que perseveró en el amor de Dios a pesar de que no conoció el amor de una mamá o un papá durante muchos años de su vida.

Pienso en Bev, quien persevera en el amor de Dios, después de haber arrullado a un número incontable de bebés y haber sido el instrumento de Dios para otorgar a miles de bebés y de niños una familia permanente a pesar de los obstáculos y barreras.

Pienso en los padres de un precioso niño de dos años que perseveran en el amor de Dios a pesar del hecho de que su hijo no vivirá para ver su quinto cumpleaños, a menos que Dios intervenga milagrosamente.

La vida es impredecible. Incluso si decimos y hacemos todas las cosas correctas y tomamos todas las decisiones correctas, solo se necesita un segundo para que la palabra, la acción o la elección incorrecta de otra persona le dé un giro a nuestra vida y nos haga perder el control. Todos somos vulnerables.

Puede parecer que la vida esté dando un giro violento en este momento. O tal vez suceda mañana o el mes que viene. El “cuándo” realmente no importa. Lo que importa es que no te rindas. Persevera.

Sigue aferrándote a Dios, persevera en su amor y deja que te guíe en la dirección correcta.