por John Michalak
Alaben su nombre con corro: Con adufe y arpa á él canten. Porque Jehová toma contentamiento con su pueblo: Hermoseará á los humildes con salud. Gozarse han los píos con gloria: Cantarán sobre sus camas.
Todos tenemos diferentes formas de expresar el gozo.
Con algunas personas, la alegría es inconfundible. Brillan como luz. Pueden bailar y saltar cuando reciben buenas noticias. Te envuelven con la energía y calidez de su resplandor.
Otros son más discretos y menos expresivos con su alegría. Una pequeña sonrisa puede dibujarse en su rostro. Sus ojos pueden ensancharse un poco o tal vez iluminarse con la leve insinuación de una lágrima. Están llenos de alegría, pero la expresan de una forma más tranquila.
Como sea que la expreses, no descuides la alegría que proviene de reflexionar sobre la grandeza y las misericordias de Dios. Ya sea en la iglesia, con la familia o los amigos, ya sea en un sendero de montaña o en las horas profundas de la noche: elige el gozo.
La alegría no se puede forzar. No se puede falsificar. No podemos hacernos gozosos nosotros mismos. Pero podemos reflexionar sobre la bondad de Dios, su misericordia, sus maravillas, su profundo y abrumador amor por nosotros. Podemos reflexionar sobre su provisión y protección. Y a medida que reflejamos el resplandor de Dios, también resplandeceremos con la luz de sus alabanzas.
Llénate de su gozo. Refleja y resplandece.
¿Cómo expreso mi gozo? ¿De qué maneras puedo reflexionar más sobre la bondad de Dios? ¿Cómo puedo estar más consciente de las oportunidades para alabarlo hoy?
Querido Señor, que cada respiro que inhale, que cada canción que entone y que cada paso de fe que dé sea un acto de alabanza y adoración. Eres digno de todo honor y alabanza. Que mi adoración siempre te sea agradable, Dios mío. En el nombre de Jesús oro, Amén.