por John Michalak
No los temáis; que Jehová vuestro Dios, él es el que pelea por vosotros.
“¡Yo puedo pelear mis propias batallas!”
Generalmente decimos esto cuando alguien busca ayudarnos y no se requiere. Queremos valernos por nuestra cuenta. Queremos el control de nuestras vidas.
A veces esto es bueno. La independencia y el deseo son importantes para afrontar muchos desafíos cotidianos, estar a tiempo en al trabajo, mantener la casa limpia, perfeccionar una habilidad o delcarar los impuestos. Ciertamente, debemos asumir la responsabilidad de nuestras acciones. No debemos esperar que otros sean responsables de lo que decimos y hacemos.
Pero ¿qué pasa con las batallas más importantes? Una lucha contra el alcoholismo. Un matrimonio problemático. Querer sanar heridas o abusos del pasado. Graduarse de la universidad. Criar a un niño. Ganar este tipo de peleas a menudo parece imposible. Y cuando intentamos luchar solos contra ellas normalmente perdemos.
Dios quiere luchar por ti.
Él siempre ha estado contigo durante estas pruebas, incluso cuando no lo supiste o cuando dijiste que podías hacerlo por tu cuenta.
Humíllate para depender de Él y derrotar al enemigo, ya sea una persona, un obstáculo o tu propia falta de fe. Dios te salvará si se lo permites. En este sentido, si la batalla se gana o se pierde está decido antes de empezar.
Invoca a Dios. Déjalo luchar por ti hoy.
Hoy, si dejo que Dios pelee por mí, ¿cómo podría mejorar mi seguridad y comodidad? ¿Cuánto estrés puedo dejar de lado?
Querido Dios, por favor ve delante de mí, preparando mi camino y peleando mis batallas. Lo único que quiero hacer es descansar en ti. En el nombre de Jesús oro, Amén.