por Heather Tietz
Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios: No por obras, para que nadie se gloríe.
La mayoría de las religiones demandan obras: peregrinaciones, educación religiosa, pureza. Muchos enseñan que una vida futura pacífica depende del propio éxito en vivir correctamente.
Pero no el cristianismo. Nuestras buenas obras no abrirán las puertas del cielo. Más bien, solo se necesita fe.
Fe es el regalo de Dios para nosotros.
No podemos esforzarnos por impresionarlo. Nuestros esfuerzos por la rectitud no nos harán ganar el favor. Sólo nos pide que creamos.
Si realmente creemos, entonces no podemos evitar confiar en Él, temerle y amarle. Él quiere nuestra sinceridad: “Dios, no mi voluntad, sino la tuya”. Nuestra confianza imperceptible entonces se manifestará naturalmente en acciones, porque la vida se vive de manera diferente cuando hay fe.
El viento puede ser invisible, pero coloca una turbina gigante frente a él y podrás ver que está allí, impulsando esas aspas, alimentando fábricas y hogares, dando vida a cosas inanimadas.
La fe es como el viento. No puedes verlo hasta que lo pongas en acción. Si se llega un problema, una alegría o una pena, se podrán ver los dedos de la fe obrando, llevándonos de rodillas, dándonos una paz que va más allá de toda comprensión, inspirando palabras, impulsando los pies a moverse. La fe en Jesús fortalece la vida cristiana. Ilumina todo el mundo.
¿Cómo se ha manifestado mi fe en un problema reciente?
Querido Dios, gracias por tu gracia salvadora. Por favor bendice mi fe, fortalécela y úsala para bendecir a otros. Te alabo por tus muchos dones, aunque sé que no soy digno de ellos. Tú eres mi todo. En el nombre de Jesús oro, Amén.