por Darla Noble
Como el Padre me amó, también yo os he amado: estad en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, estaréis en mi amor; como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre, y estoy en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
Me gustaría sugerir que la palabra “amor” es la palabra que más se usa en exceso en el idioma inglés.
Amamos la pizza, el yogur helado y un buen bistec. Amamos esa canción. Amamos el sol. Amamos un buen libro. Amamos salir con los amigos. Amamos descansar junto al agua. Amamos….
Pero tengamos en cuenta. Es verdad, tenemos un cariño, un gusto o una predilección hacia ellos. Los disfrutamos. Nos dan placer. ¿Pero amor?
Veamos la definición de amor dada por Dios: paciente, bondadoso, no guarda rencor, no es egoísta, no tiene envidia, busca la verdad, persevera, protege y siempre quiere lo mejor para el ser amado. (1 Corintios 13:4-8).
Esa definición difícilmente se aplica a la comida, la televisión, la playa o a una actividad, porque esas cosas no son relacionales. El amor de Jesús por nosotros, sin embargo, sí lo es.
Él se preocupa por nosotros. Él nos escucha. Él nos bendice. Él nos protege. Y lo más importante de todo, Jesús murió por todos nosotros por amor. Así como Jesús asumió la responsabilidad de amarnos, nosotros debemos asumir la responsabilidad de obedecer sus mandamientos para amarlo en forma relacional. Y cuando lo hacemos, nuestros corazones realmente se desbordan de amor.
¿Cómo puedo, hoy, permanecer en el amor de Jesús? ¿Qué promete Él a los que permanecen en su amor? ¿Cómo puedo reclamar esa promesa para mí?
Querido Jesús, gracias por tu eterno, inmeso e inagotable amor. Gracias por amarme incluso cuando no sabía quién eras. Por favor lléname con tu espíritu. Ayúdame a compartir tu amor con el mundo. En tu nombre oro, Amén.