A veces, nuestros problemas parecen más grandes que la vida.

En situaciones extremas, podemos incluso convencernos de que nuestros problemas son más grandes que Dios. Pero no lo son. Seguramente Dios es mucho más grande que cualquier problema al que nos enfrentemos.

Ser uno con Jesús no te hace inmune a los problemas y las situaciones difíciles o dolorosas, pero cuando Jesús es el Señor de tu vida, los contratiempos no te paralizarán ni te llevarán a una ansiedad y depresión temerosas. En su lugar, vivirás con la Solución para cualquier cosa que la vida te presente.

Cuando los problemas, los desafíos, las pruebas y las decepciones se presenten en tu camino (y lo harán), no tienes que dejar que te abrumen.

En lugar de eso, míralos “a los ojos” y grita audazmente a todo pulmón: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

En la superficie, nuestros problemas pueden parecer más grandes que la vida. Pero Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Él es la Respuesta a cualquier problema, ahora y siempre.