De La Boca De Los Bebés

por Heather Tietz

Mateo 21:15-16

Mas los príncipes de los sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y á los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ­Hosanna al Hijo de David! se indignaron, Y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dice: Sí: ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?

Si alguna vez necesitas una respuesta honesta o quieres la verdad, tajante, cruda y real, ¡Pídesela a un niño!

Los niños miran, dicen y hacen cosas que ponen a los adultos rojos de vergüenza o verdes de coraje. Son libros abiertos, con los ojos llenos de asombro ante todo lo que los rodea, comparten sus puntos de vista sin aliños con el mundo en general.

Jesús ama a los niños.

Tanto en el libro de Lucas como en el de Mateo, Jesús reprende suavemente a los padres por impedir que sus hijos se acerquen a Él. “Dejen que vengan”, dice.

Me pregunto si cada vez que se sentaba a enseñar, los niños se aglomeraban en su regazo y a su alrededor. Los niños, intensamente sintonizados con lo admirable, sin obstáculos en su admiración, conocieron el milagro de Jesús.

¡Dios en la carne! Podían sentirlo. Como palomillas nocturnas atraídas por el maravilloso calor de un bombillo encendido, estaban ansiosos por estar cerca de Él. Sin avergonzarse de su admiración, no pudieron reprimir, sino más bien, proclamar sus alabanzas.

Dios quiere que nos acerquemos a Él con la fe de un niño, una fe que proclame sus alabanzas. Mira a tu alrededor la obra inteligente de Dios. Recuerda su mano salvándote en el pasado. ¡Baja la guardia de adulto y agradécele! ¡Alábalo con el fervor y la fe de un niño!


Reflexión

¿Cómo alabo a Dios? ¿Cuál es mi forma favorita de hacerlo? ¿Me he perdido alguna vez en mi adoración a Él?


Plegaria

Querido Dios, has sido tan bueno conmigo. Ayúdame a alabarte con todo mi corazón, con la confianza, lealtad y entusiasmo de un niño. En el nombre de Jesús oro, Amén.