No puedo contar a lo largo de los años la cantidad de veces que he orado palabras como esta: “Dios, sé que escuchas mis oraciones. Sé que puedes hacer todas las cosas, que nada es demasiado grande o pequeño para ti. Dios, también sé que puedes (responder a una necesidad de oración específica), pero no sé si lo harás”.

La razón por la que he orado esta oración es que Dios no siempre me da las cosas que pido, ni siquiera cosas piadosas como restaurando en Cristo a las personas que se han desviado de Él, o darme oportunidades para ministrar a otros de la manera que deseo.

Tengo que ser honesto: esto a menudo ha sido muy confuso para mí.

Hace unos meses, una de mis hijas dijo algo que cambió mis oraciones. Ella dijo: “No le pido a Dios lo que necesito. Le digo lo que necesito porque para mí, pedir implica que no estoy seguro de que Él pueda o quiera. Pero decirle a Dios lo que necesito me dice a mí y a Dios que tengo fe en que las respuestas vendrán”.

¿Quién dice que los niños no pueden enseñar a sus padres?

La simple declaración de mi hija sobre la fe me enseñó a orar para creer que Dios lo hará. Esto lo sé con todo mi corazón: Dios suplirá todas mis necesidades.