por John Michalak
Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos!
Quizás recuerdes la historia de la exploración. Marco Polo, quien tendió el puente entre Europa y Asia. Neil Armstrong, quien caminó sobre la luna. Newton, Curie, Einstein y Strickland, que abrieron nuevos caminos en la ciencia.
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, el mundo ha avanzado, obligado por la narrativa de que aún queda mucho por descubrir.
Pero hoy muchos de nosotros hemos dejado de explorar.
Tenemos nuevas tecnologías, nuevos dispositivos que prometen hacer la vida más fácil o más emocionante. Pero con demasiada frecuencia, la mayor parte de nuestra atención se ha vuelto hacia adentro. Estamos bajo el hechizo de los encantamientos electrónicos, asumiendo que todo lo que vemos es todo lo que hay.
Es muy fácil, incluso en tu vida espiritual, asumir que sabes todo lo que hay que saber. Pero Dios te invita a emprender y explorar un mundo más allá de tu limitada imaginación, más allá de tus debilidades humanas, hacia el territorio inexplorado de lo divino.
¿Qué te queda por descubrir aún sobre lo que puedes lograr? ¿Qué áreas de tu carácter aún quedan por conquistar? ¿Quién necesita todavía que te acerques y lo toques?
Dios, el ilimitado, el inefable, el interminable, es la Fuente de toda sabiduría y conocimiento. Explorar lo que Él tiene para ofrecer llevará una eternidad.
¿Qué tan grande es mi Dios? ¿Con qué frecuencia reflexiono sobre las profundidades de su sabiduría?
Querido Dios, perdona mi tendencia a pensar que puedo entenderte. Gracias por incluirme en tu vasto y eterno plan. Enriqueces mi vida de innumerables maneras. Te amo. En el nombre de Cristo Jesús oro, Amén.