por Pastor Ken
Y alegrarse han todos los que en ti confían; Para siempre darán voces de júbilo, porque tú los defiendes: Y en ti se regocijarán los que aman tu nombre.
Cuando el rey de Judá, Ezequías, fue rodeado por el ejército asirio, no pudo ver ningún camino hacia la victoria.
Fue una crisis. Ezequías sintió que sin la ayuda de Dios, el país estaba al borde de la destrucción total. Ordenó a su pueblo que no respondiera al comandante asirio, Rabsaces, que menospreciaba a Dios.
El rey Ezequías optó por no centrarse en el ejército asirio. En cambio, totalmente dependiente de Dios, oró con todo su pueblo: “Ahora pues, Señor Dios nuestro, sálvanos, te ruego de su mano, para que todos los reinos de la tierra sepan que tú, Señor, eres Dios solo” (2 Reyes 19:19).
Se refugió en el mismo Dios que destruyó al ejército egipcio en tiempos de Moisés. ¡Y Dios respondió! Hizo que su ángel matara a todo el ejército asirio de 185.000 y permitió que mataran también al rey asirio (2 Reyes 19:35-37).
Dios también puede pelear tus batallas hoy, si te refugias en Él. ¿Te enfrentas a situaciones aparentemente imposibles de las que no puedes ver ninguna salida? Puede que sea hora de que elijas a Dios como tu refugio.
¿Cómo puedo estar más cerca de Dios? ¿Cómo me refugiaré por completo en Él, especialmente cuando no veo ninguna solución facil a mis problemas?
Amado Dios, me refugio en Ti. Lucha por mí como lo hiciste con el rey Ezequías. Ayúdame a reconocer Tu victoria constante en mi vida. Me alegro; grito de alegría. Siempre estaré gozoso en Ti. En el nombre siempre victorioso de Jesús oro, Amén.