por Darla Noble
Y alegrarse han todos los que en ti confían; Para siempre darán voces de júbilo, porque tú los defiendes: Y en ti se regocijarán los que aman tu nombre.
Cuando mi corazón estaba afligido por la pérdida de mi amada abuela, me refugié en el consuelo del Señor.
Cuando tenía el corazón quebrantado porque uno de mis hijos estaba tomando malas decisiones, me refugié en la promesa del Señor de que Él nunca los dejaría ni los abandonaría.
Cuando yacía al borde de la muerte en el hospital, me refugié en el consuelo y el toque sanador del Señor, y le pedí que me devolviera con mi familia por un tiempo más.
En aquellos momentos en los que no parecía que habría suficiente dinero para pagar las cuentas, me refugié en la promesa de que el Señor habría de proveer.
Cada vez que lo llamé, Él respondió. Me recordó su extraordinario amor y llenó mi corazón de alegría. Él hará lo mismo por ti. ¡Haz de Él también tu refugio!
¿Qué áreas de mi vida le estoy ocultando a Dios? ¿Qué podría pasar si le diera todo? ¿Qué me impide experimentar su verdadero gozo y amor incondicional?
Querido Señor, por favor hazme humilde. Déjame confiar en ti en todas las cosas y experimentar el gozo que proviene de hacerte mi defensor, Señor de mi vida. En el nombre de Jesús oro, Amén.