por Pastor Ken y Joyverse
Vosotros responderéis: Es la víctima de la Pascua de Jehová, el cual pasó las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió á los Egipcios, y libró nuestras casas. Entonces el pueblo se inclinó y adoró.
Imagínate siendo un israelita en Egipto la noche de la primera Pascua.
Has vivido toda tu vida como esclavo, al igual que tus padres, tus abuelos y bisabuelos.
Aunque circulan rumores de libertad, el faraón los destruye todos y decreta que nunca serán libres. Todo el mundo sabe que lo que Faraón dice es ley.
Pero entonces los ríos se convierten en sangre. Y ejércitos de ranas e insectos infestan la tierra, devorando todo alimento, afectando a la gente y al ganado.
La noche de hoy se les da aviso de estar preparados. Sigues las instrucciones de Moisés y pintas con sangre de cordero los postes de tu puerta.
A continuación el ángel de Dios daña al primogénito de las familias con postes sin pintar. A medida que avanza la noche, se llena con el llanto de los padres que lamentan la muerte de sus hijos.
Sin embargo, este clamor proviene sólo de los hogares egipcios. La sangre en los postes de las casas israelitas salva la vida de sus primogénitos.
Esa sangre era el símbolo de la sangre de Jesús, la sangre que corrió por los maderos de la cruz por ti y por mí. Su sangre fue la ofrenda para el perdón de nuestros pecados, dándonos la esperanza de la eternidad en el paraiso con Él.
Si no he aceptado a Jesús como mi Salvador, ¿lo haré? Si es así, ¿con quién compartiré esta gran noticia hoy?
Querido Jesús, gracias por la sangre que derramaste en la cruz. Gracias por lavarme de mis pecados y protegerme del peligro. Inclino mi cabeza y te adoro. En tu nombre oro, Amén.