Dale La Espalda

por Heather Tietz

Filipenses 3:13-14

Hermanos, yo mismo no hago cuenta de haber lo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome á lo que está delante, Prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús.

El apóstol Pablo tenía motivos para dejar atrás el pasado.

Antes de su visión de Jesús, antes de su conversión, había sido enemigo de Cristo y de los cristianos. Él fue quien llevó una lista de los primeros conversos, los persiguió, los arrastró a Jerusalén y aprobó su muerte. Él fue quien estuvo delante de Esteban mientras era apedreado. Había destrozado familias, destruido personas y hecho todo lo que estaba a su alcance para detener el evangelio vivificante de Dios.

Pablo tenía un pasado culpable. Pero su corazón había cambiado, al igual que su nombre. Había conocido a Jesús. En lugar de sentirse impedido por la culpa, en lugar de arrastrarse con una conciencia pesada, buscó el perdón y avanzó hacia una nueva meta: difundir el reino de Dios.

Pablo se llama a sí mismo el peor de los pecadores.

Lo más probable es que tu pasado no pueda rivalizar con el suyo, pero todos hemos tenido una vida antes de Jesús, un tiempo antes de entregarnos a Dios. Quizás fue una infancia egoísta o una adolescencia impulsada por el placer. Quizás hayas roto leyes o hayas quebrantado a personas. Los pecados no se miden a los ojos de Dios. Todos hemos sido culpables.

Ahora, gracias a Jesús, todos somos igualmente libres de darle la espalda a nuestro pasado y esforzarnos por alcanzar las metas divinas.


Reflexión

¿Qué metas de vida tengo ahora? ¿Cómo se integran a la edificación del Reino de Dios?


Plegaria

Querido Dios, ayúdame a dejar permanentemente mi pasado atrás. Que pueda dedicarte mi vida de nuevo cada día. Gracias por llamarme a tu servicio. Ayúdame a poner siempre mi confianza en ti. En el nombre de Jesús oro, Amén.