Cuando muere alguien a quien amamos, a menudo sentimos que nosotros también hemos muerto.

Al menos durante un tiempo, la vida pierde su propósito y no podemos imaginar que continúe. Si hay algún consuelo, quizá sea sólo aferrarse a la esperanza de volver a verlos.

En el versículo de hoy, Jesús ofrece a Marta unas palabras de consuelo por la muerte de su hermano. Pronto volvería a ver a su hermano, ya que Jesús resucitó a Lázaro ese mismo día. Pero su promesa de resurrección volverá a ocurrir al final del tiempo, otorgada a todos los que han creído.

“¿Crees tú esto?” Jesús le preguntó a Marta, pero a nosotros se nos podría plantear la misma pregunta.

¿Realmente confías en que quienes creen en Cristo vivirán eternamente, aunque mueran? Es fácil decir que creemos, pero esa fe puede ponerse a prueba, especialmente cuando pierdes a un ser querido.

Si has luchado con esto, recuerda que si bien puedes encontrar consuelo en la esperanza de volver a ver a tu ser querido, también debes esperar el día en que verás a Jesús por primera vez.

La clave para la vida eterna es creer en Jesús. Él está vivo incluso ahora y está esperando el día en que Él también te vea.