La palabra “separar” significa “poner un espacio entre”.

Cristo vino a este mundo porque nos ama. Él sabía que si no venía, nuestro pecado nos mantendría separados de Dios para siempre. No podía soportar la idea de perdernos.

Entonces Él vino y tomó nuestro lugar. Los horrores que le sucedieron debieron ser nuestros. El mal que soportó estaba destinado a nosotros. Por nuestra desobediencia a la Ley de Dios, merecíamos sufrir lo que Él padeció.

¡Qué amor inimaginable!

Jesús se negó a permitir que algo se interpusiera entre nosotros. Nada puede impedir su amor por nosotros. Entonces, ¿por qué permitir que algo nos separe de Él? Todas las cosas que Pablo enumera en el versículo de hoy no harán que Cristo nos ame menos. Los males enumerados en este versículo fueron tan reales para los primeros cristianos como lo son para nosotros hoy.

Nada puede separarte de Dios, excepto, TÚ.

Sólo tú puedes separarte de Dios. Él te dio libre albedrío para decidir si lo elegirás a Él o a Satanás. Todo depende de ti.

Dios quiere que elijas a Cristo. ¡Elígelo, conviértete en un vencedor y disfruta las gloriosas victorias en Él!