por Darla Noble
Que nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo; En el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados.
Desde principios de los años 1900 hasta la década de 1980, el comercio de cupones fue un gran negocio.
Las tiendas de comestibles y las gasolineras entregaban cupones a sus clientes como un programa de lealtad basado en la cantidad de dinero gastado por el cliente. El cliente llenaba los talonarios de sus cupones y esperaba hasta tener suficientes para canjearlos por mercancías.
Pequeños electrodomésticos, cochecitos, juguetes, mesas de café, muebles de jardín, lámparas, platos — lo que fuese — podía obtener prácticamente cualquier cosa con Top Value, S&H Green Stamps, Plaid Stamps o cualquiera de los otros cupones comerciales regionales.
Pero cuando las tarjetas de crédito realmente entraron en la “escena” económica, la popularidad de los cupones comerciales disminuyó rápidamente. En 2008 cerró la última empresa comercial de cupones en Estados Unidos. Hoy en día están completamente extintos de la sociedad.
Afortunadamente, no se puede decir lo mismo del Redentor que vino hace más de 2000 años. Él vino a redimirnos de nuestros pecados.
No tenemos que comprar nada para obtener su redención. Tampoco tenemos que ahorrar para ello. Todo lo que tenemos que hacer es cambiar nuestra antigua vida por una nueva cuando aceptamos a Jesús como nuestro Salvador en el bautismo para que nuestros pecados sean perdonados y podamos recibir el Espíritu Santo para que viva en nosotros. ¡Estamos redimidos!
¿A quién conozco que esté actualmente sujeto en el poder de las tinieblas? Me comprometeré a orar para que estas personas encuentren liberación.
Querido Jesús, ¡gracias por ser mi Redentor! Te alabo por liberarme, por llenar mi vida de luz y por perdonar mis pecados. Eres todo para mi. En tu nombre oro, Amén.