por Heather Tietz
Y respondio Job á Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti.
¡Me encantan las palabras del versículo de hoy!
¿Puedes oír el murmullo? ¿Puedes oír el tono con el que habla Job? Su vida ha sido destruida: ha perdido su salud, sus hijos, sus finanzas. Sus amigos lo acusan. Está totalmente desinflado.
Además de todo eso, Dios mismo ha martillado a Job con preguntas: “¿Puede algún ser humano debatir mi autoridad, mis elecciones, mi razonamiento? ¿Puedes cuestionar por qué hago lo que hago, o debatir cuándo y cómo lo hago?”. ¿Qué puede responder Job?
¿Cómo podemos responder cuando estamos parados sobre cenizas, temblando sobre placas tectónicas en movimiento, sufriendo por la vida en este planeta? Nosotros también podemos pronunciar esas humildes palabras: “Sé que todo lo puedes. Cualquier plan que formaste, ya sea para darme alegría o para hacer crecer mi espíritu, se llevará a cabo. Todo está en tus manos”.
Tenemos que reclamarlo. Tenemos que hablarlo. Tenemos que soltar nuestro fuerte control en los detalles de la vida.
Tenemos que dejarlo ir: tomar un respiro, relajarnos en los brazos de Dios y confiar en que Él va a hacer lo que es mejor.
¿Qué detalles de la vida tengo más ganas de controlar? Los listaré aquí. Entonces levantaré mis brazos en un acto de entrega y se los daré a Dios.
Precioso Señor, sé que todo está bajo tu control. Tú puedes hacer todas las cosas. Por favor, ayúdame a confiar más plenamente en ti. Te amo y oro en el nombre de Jesús, Amén.