por John Michalak
En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió á su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado á Dios, sino que él nos amó á nosotros, y ha enviado á su Hijo en propiciación por nuestros pecados.
Nos encanta la idea del amor incondicional, pero la mayoría de nosotros no la vivimos.
Con demasiada frecuencia condicionamos nuestro amor. Amamos a quienes nos aman. Amamos a quienes nos demuestran cariño, a quienes nos soportan, a quienes nos atraen, a quienes nos sirven y satisfacen nuestras necesidades.
Pero es difícil amar a alguien que no nos entiende. Alguien que no se toma el tiempo para llamar o enviar mensajes de texto. Es difícil amar a aquellos que nos hacen sentir incómodos, aquellos con los que no podemos relacionarnos. Ciertamente es difícil amar a quienes nos han lastimado.
Dios comprende esto. Él sabe que elegimos amarlo porque él nos amó primero. Pero al convertirnos en sus hijos, Dios nos pide que amemos a los demás como él ama. Amar a los demás incondicionalmente, incluso si nos rechazan o si nunca nos aman a cambio.
Por eso es absolutamente necesario permanecer en el amor de Cristo. El amor de Cristo no solo nos hace sentir aceptados. También nos da poder para amar a los demás cuando preferimos hacer lo contrario. Entonces, la clave no es solo amar. La clave es amar como él ama.
¿A quién me cuesta amar incondicionalmente? Oraré y le pediré a Dios que me llene de Su amor con respecto a esta persona.
Querido Dios amoroso, gracias por demostrar lo que es el verdadero amor. Gracias por amarme incondicionalmente y por darme la oportunidad de demostrar tu amor a los demás. Por favor lléname de tu Espíritu. Que otros vean a Jesús en mí. En el querido nombre de Jesús, oro, Amén.