por Darla Noble
Echando toda vuestra solicitud en él, porque él tiene cuidado de vosotros.
Una vez conocí a un veterano de Vietnam al que llamaré “George”.
Me contó cómo sostuvo en sus brazos a su moribundo amigo mientras esperaba que el helicóptero de rescate se llevara a los heridos de la batalla que estaban librando.
Llegó el primer helicóptero. Fue derribado mientras aterrizaba. El segundo llegó un par de minutos después. También fue derribado mientras volaba tratando de rescatar a los heridos. El tercero llegó poco después, pero para el amigo de George ya fue demasiado tarde.
Al contar la historia, George no se quejaba ni lamentaba el hecho de que los helicópteros de rescate no hubieran podido sacar a su amigo (y a otras personas) a tiempo de ese lugar. Más bien, se centró en la valentía, el valor y la determinación de los pilotos de los helicópteros para no darse por vencidos y no dejar a nadie atrás.
La muerte de Jesús en la cruz por NUESTROS pecados, los tuyos y los míos, fue un sacrificio tremendo. Fue el acto de valentía más importante de Jesús en un esfuerzo por no dejar atrás a ningún ser humano.
Jesús ha pagado el alto precio para que nosotros no tuviésemos que hacerlo. Lo ha superado todo: cada preocupación, angustia, incertidumbre, traición y fracaso. Cualquier preocupación que tengamos, podemos depositarla en Él. Él es nuestro supremo socorro.
¿Cómo me hace sentir saber que Jesús se preocupa lo suficiente por mí como para pagar el más alto precio por mí?
Querido Jesús, gracias por ser más fuerte que todas mis preocupaciones. Gracias por amarme tanto que estuviste dispuesto a morir de modo que yo pueda estar contigo por toda la eternidad. En tu nombre oro, Amén.