por Pastor Ken
Sean avergonzados, fallezcan los adversarios de mi alma; Sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que mi mal buscan. Mas yo siempre esperaré, Y añadiré sobre toda tu alabanza. Mi boca publicará tu justicia Y tu salud todo el día, Aunque no sé el número de ellas.
Un equilibrista le explicó a alguien cómo es podía caminar sobre la cuerda con tanta facilidad. El secreto, dijo, era mantener los ojos fijos en el lugar al que se dirigía. Donde iban sus ojos, su cuerpo también. Si miraba hacia abajo, se caería.
Este mismo principio es cierto en tu vida ahora.
No mires hacia abajo, viviendo en la autocompasión y quejándote de que la vida no es justa. Mantén tus ojos en el lugar al que te diriges: al nivel más alto que Jesús quiere que estés. Piensa en lo que quieres lograr con el Dios todopoderoso de tu lado. Cuéntales a otros cómo Él ha hecho grandes maravillas para tu salvación. Diles cómo alcanzarás sueños mucho más grandes con Él.
Nunca te concentres en dónde te encuentras ahora; en cambio, concéntrate en las metas de tu vida como si ya las hubiera alcanzado. El salmista sabía esto cuando escribió los versículos de hoy: “Mas yo siempre esperaré, Y añadiré sobre toda tu alabanza”. También podemos cantar alabanzas a Dios, mientras reclamamos cada promesa y bendición de Él en la Biblia.
Recomiendo encarecidamente el método de Jesús: aparta la vista de tus problemas y ponla en Jesús, quien puede hacer todo por ti.
Incluso cuando los acusadores de Jesús gritaban: “¡Crucifícalo!” Jesús no los odió ni les guardó rencor. ¿Qué puedo hacer para tener este tipo de actitud hacia aquellos a quienes no les agrado?
Querido Dios, cuando me encuentre rodeado de situaciones difíciles, por favor ayúdame a fijar mis ojos en Jesús para que pueda alcanzar todo el potencial que tú pusiste dentro de mí. Cantaré tus alabanzas y hablaré de tu salvación mientras viva. En el nombre de Jesús oro, Amén.