Imagina que Jesús te está diciendo personalmente: “Todo lo que pidas en mi nombre, lo haré”.

¿Qué pedirías?

¿Estás pidiendo esas cosas ahora en tus oraciones diarias?

Pedir algo en el nombre de Jesús no es el equivalente espiritual a decir una “palabra mágica” que hace realidad tus deseos egoístas. El nombre de Jesús tiene todo el poder del universo. El diablo se estremece y se cae cuando lo escucha. Pedir en el nombre de Jesús significa pedirle a Dios cosas que honren a Cristo y que te permitan ser más como Él.

Mayor fe. Más diligencia en la oración. Oportunidades para servir. Valor para llegar a otros para compartir el mensaje del Evangelio. Cuando pides esas cosas primero, todas las demás cosas de este mundo, como el dinero, la seguridad laboral y la justicia sobre alguien que te ofende, pueden venir.

Cuando pides cosas que traen honor y gloria a Dios, Él siempre encontrará formas de recompensarte ricamente por ponerlo en primer lugar.