por Heather Tietz
EL espíritu del Señor Jehová es sobre mí, porque me ungió Jehová; hame enviado á predicar buenas nuevas á los abatidos, á vendar á los quebrantados de corazón, á publicar libertad á los cautivos, y á los presos abertura de la cárcel.
La libertad es un regalo de Dios.
De igual manera, cuando el pueblo de Dios se rebeló contra Él, el cautiverio fue su disciplina.
El profeta Isaías escribió estas palabras de libertad para animar al pueblo de Dios que estaba sitiado por los asirios. Un día, Él prometió, su cautiverio terminaría. Un día sus corazones arrepentidos traerían de vuelta la libertad. En 681 AC, así lo hizo.
700 años después, Jesús pronunció estas mismas palabras. Lucas 4 nos dice que Jesús fue invitado a leer la escritura diaria en la sinagoga. Abrió este mismo pasaje y después de leer, cerró el rollo y declaró: “Hoy se cumple la Escritura”.
¿Cómo es posible? Isaías había entregado este estímulo cientos de años antes. Esta profecía, dicha para los judíos cautivos, también contenía palabras para un mundo cautivo. “Dios me ha enviado para librar a todos de las cadenas del pecado”, decía Jesús.
Jesús nos ofrece lo mismo a nosotros.
El arrepentimiento lleva al perdón de Dios y el perdón de Dios nos lleva a la libertad. Sea lo que sea que nos tenga cautivos (facturas, tiempo, tareas, límites físicos, trabajos), Jesús puede liberar nuestros corazones.
Nosotros también podemos tener paz, mientras confiamos en Dios para liberarnos de aquellas cosas que nos encadenan.
¿Por qué cosas me siento encadenado? ¿Cómo espero sentirme cuando permito que Jesús me libere de las cosas que me retienen? Devotion Translation Format
Dios santo, te entrego las cosas de este mundo que me tienen cautivo. Confío en ti para que te ocupes de los detalles. Por favor, úngeme con tu Espíritu y dame paz. En el nombre de Jesús oro, Amén.