En el año 2014, poco después de romper con mi novia, me concentré en perder peso.

Hice una dieta de dos comidas bajas en calorías. Cuando empecé, tenía mucha hambre. Sin la cena, tenía tanta hambre que no podía concentrarme bien en nada. ¡Me acostaba temprano para que llegara el día siguiente y pudiera comer!

Era muy difícil no comer, especialmente cuando teníamos fiestas en la oficina, fiestas de cumpleaños y de comida gratis. Las tres primeras semanas fueron las más duras. Pero recordé mi objetivo y lo mantuve. Al final, perdí 20 kilos en 5 meses. Ahora estaba más delgado de lo que había estado desde la escuela secundaria.

Aguanté hasta el final porque sabía que la recompensa valía la pena. Tenía toneladas de energía, me quedaba toda mi antigua ropa, estaba mucho más saludable y ya no estaba infeliz con mi apariencia. Terminé volviendo con mi novia y hoy estamos felizmente casados ​​desde hace varios años.

Dios quiere que perseveremos hasta el final. Todas las pruebas, dolores y pérdidas de este mundo valdrán la pena para poder vivir con Él en el cielo. Él nos dará la fuerza para perseverar hasta el final. Sólo tenemos que comprometernos a hacer su voluntad.

Pídele su ayuda, hoy.