por John Michalak
Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente, y de todas tus fuerzas; este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante á él: Amarás á tu prójimo como á ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
Hay una razón por la que Dios nos pide que lo amemos con nuestro corazón, alma, mente y fuerza. Es porque cuando realmente amas a alguien, lo amas con todo tu ser.
Y tu amor se muestra de muchas maneras.
Cuando la persona que más amas viene a tu mente, tienes pensamientos cálidos y positivos. La persona que amas tiene tu corazón: tu conexión con ella está muy dentro de ti. Estás unido a ella más allá de una relacion superficial.
Esa persona que amas es incluso parte de tu alma: no puedes imaginar ser quien eres sin ella. Y ella es tu fuerza, animándote y alentándote. ¿Qué podrías lograr sin esa persona amada a tu lado?
El amor es más que una emoción.
Por eso, cuando Jesús dice que aquel que lo ama le obedecerá, esto está más cerca de la verdadera naturaleza del amor de lo que a nosotros muchas veces nos gusta admitir. Amar a Jesús es entregarle cada parte de nosotros mismos. Obedecer Sus mandamientos es simplemente una demostración de esta profunda e íntima conexión.
¿Amas a Jesús con tu corazón, alma, mente y fuerzas? Comprométete con Él. No retengas nada. Esa es la única manera de conocerlo verdaderamente.
¿En qué áreas (corazón, mente, alma o fuerza) me resulta más fácil amar a Dios? ¿En qué áreas lucho por poner a Dios primero? ¿Cómo puedo fortalecer mis debilidades?
Querido Dios, te amo con todo mi corazón, alma, mente y fuerzas. Por favor lléname con tu espíritu. Ayúdame a crecer más y más como tú. En el nombre de Jesús oro, Amén.